De carácter alegre y vivaz, el Terrier Tibetano tiene una
milenaria historia con puntos en común con las razas Shih-Tzu,
Tibetan Spaniel y Lhasa Apso, todas originarias del Tibet.
Su cría y difusión se debe a los monjes Lama que los criaban
para trabajar en las granjas. Acostumbraban regalarlos a los
nobles de los pueblos vecinos e incluso al emperador de China.
Obsequiaban únicamente machos manteniendo la exclusividad de las
hembras y de la crianza. La revolución comunista hizo salir a
estos perros de los monasterios al saquear los lugares sagrados.
La difusión en occidente se debe a los exploradores del Himalaya
que a su retorno llevaron consigo a estos perros a Europa,
sobretodo a Inglaterra adonde fueron muy apreciados.
Es un perro de constitución fuerte y robusta, aún siendo de un
tamaño mediano. La cabeza, de cráneo redondeado y largo medio,
está en justa proporción con el hocico. Stop marcado. Nariz
negra, ojos grandes y oscuros, bien separados entre sí. Orejas
caídas, en forma de "V". El cuerpo es compacto y vigoroso, con
costillas bien arqueadas. Las extremidades con buen hueso,
cubiertas de pelo. La cola es de largo medio, de arranque alto y
porte erguido, curvada sobre el dorso y cubierta de flecos. El
pelo de todo el cuerpo tiene una doble capa: el exterior es
largo, abundante, recto, fino, ni sedoso ni lanoso y el subpelo
interno es fino y lanoso. Se admiten todos los colores excepto
el chocolate.
En cuanto a su temperamento el Terrier Tibetano es un perro
vivaz, de buen carácter, sociable, alerta, valiente, nunca
intratable o belicoso. Prudente con los desconocidos.
|
|