El haber vivido durante
siglos en la corte de los emperadores chinos lo ha convertido en
uno de los perros más aristocráticos, siendo su carácter una
confirmación de ello. Afectuoso y fiel con el propietario es,
sin embargo obcecado, frío, incluso arisco con los extraños,
poniendo de manifiesto su altanería incluso frente a otros
animales.
Aunque el nombre de Pekinés se le dio a finales del
Renacimiento, este perro es criado en China desde épocas muy
remotas. Durante siglos se constituyó en el perro exclusivo de
los emperadores chinos y su exportación estaba severamente
prohibida hasta mediados del siglo pasado. En Europa fue
introducido por los oficiales ingleses que participaban en la
guerra del opio (1840-1842). Inmediatamente después que
aparecieron en las exposiciones inglesas su difusión fue rápida
en todos los continentes.
La constitución y la expresión del Pequinés siempre deben
denotar dignidad y nobleza. Nunca deberá parecer torpe y vulgar.
La alzada no está fijada por el standard pero si su peso que
ronda entre los 2 y 8 Kg
La cabeza es maciza, absolutamente plana de perfil. La trufa muy
corta y ancha, negra. El hocico ancho, rugoso y el cráneo ancho
y plano entre las orejas, que son en forma de corazón. Los ojos
son grandes, cristalinos, oscuros y prominentes.
Las extremidades son cortas y gruesas, de hueso pesado. El
cuerpo es corto y las costillas bien abarriladas. La cola, de
nacimiento alto, la lleva sobre el dorso adornada con abundantes
flecos, al igual que las orejas y las extremidades. El pelo del
cuerpo es abundante, largo y recto y el subpelo tupido. Se
admiten todos los colores salvo el marrón chocolate. |
|