También llamado "perro de San Huberto", por el santo belga homónimo que lo hizo célebre en el siglo octavo, es uno de los más grandes y antiguos perros de rastro. Optimo sabueso para la caza mayor, no muy veloz pero de gran resistencia, es utilizado sobre todo, como buscador de indicios, ya que está dotado de un olfato realmente excepcional.
Aunque está catalogado como raza belga, fueron los ingleses los que le dieron a esta raza un gran impulso, desde tiempos del desembarco de los normandos en las Islas Británicas. Más adelante fueron criados con gran celo por los monjes del santuario San Huberto. Fueron utilizados como perros de rastro y de sangre, para seguir las presas heridas. También es utilizado para búsqueda de personas perdidas, heridos o delincuentes.
De tamaño grande y fuerte constitución, tienen la cabeza maciza con piel rugosa que cae abundante sobre la frente. Tiene una expresión melancólica por sus ojos hundidos y párpados inferiores flojos que dejan ver la mucosa de color rojo oscuro.
Sus orejas son muy largas y finas, de nacimiento bajo, que cuelgan hacia delante contra las mejillas. El pelaje es corto y duro y el color negro y fuego o rojo ciervo uniforme.
De movimiento lento e imponente, sus pasos son elásticos, libres y balanceados, con pisadas firmes realiza su labor de sabueso con la cabeza baja y la nariz pegada al piso.
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