Desobedeciendo.
Incluso el perro más pequeño, el más insignificante, puede
llegar a ser el jefe de la manada humana. Las personas son muy fáciles
de convencer.
La gente no
suele darse cuenta de los primeros síntomas indicativos del
intento de un perro de convertirse en el jefe de la manada. Les
parece muy simpático cuando, como cachorro que es, gruñe a la
gente, y no se preocupan cuando por primera vez hace caso omiso de
una orden de "Aquí" y sigue ocupado en sus cosas.
Asimismo, le ofrecen gustosamente alguna otra cosa de comer cuando
rehúsa lo que se le ha dado.
El liderazgo
de la manada puede obtenerse sin mostrar una actitud abiertamente
agresiva. Los perros pequeños, por ejemplo, pueden importunar
saltando sobre los muebles o reptando entre las ropas o en la
cama. Haciendo estas cosas se convierten en los que de verdad
deciden. A pesar de su aspecto delicado, estos perros pueden
convertirse en verdaderos dictadores. Su práctica tiene tanto éxito
que algunas personas alteran totalmente su forma de vida.
Como
animales de manada que son, los perros se sienten mejor sabiendo
que lugar ocupan en la jerarquía de la manada. Aunque sexo, tamaño
y raza son factores significativos, cualquier perro tiene
potencial suficiente para convertirse en el jefe de manada. La
gente suele estar preparada psicologicamente para defender su
posición frente a candidatos obvios, pero bajan la guardia cuando
se enfrentan a retos menos evidentes. |