El nombre de
esta raza índica su país de origen, donde se lo aprecia por su
robustez y su carácter firme, características que hicieron que
se difunda por toda Europa y el resto del mundo. El Scottish es
hoy uno de los terriers más conocidos. Creado en escocia en
1700, el perro moderno data del 1800 y antes de esa fecha se lo
conocía con el nombre de Aberdeen Terrier por la pequeña ciudad
escocesa en donde era criado.
Lo que más llama la atención del Scottish es su gran fuerza
unida a una notable agilidad y un andar desenvuelto y fluido.
Particularmente bella es su cabeza, bien larga y estrecha, con
una expresión franca y decidida en los ojos de color marrón
oscuro, encajados profundamente bajo los arcos superciliares.
Dientes grandes, stop definido entre el cráneo y el hocico. Las
orejas, no demasiado grandes y de textura fina, deben ser
llevadas siempre erguidas. Cuello muscoloso. La cola es de
longitud media, gruesa en la raíz, debe llevarla recta. El
subpelo es corto, denso y suave para protegerlo de la
intemperie, y el pelo exterior muy largo y áspero, duro como
cerdas. Los colores son negro, negro atigrado, gris atigrado o
trigo.
Su movimiento es uniforme y
desenvuelto, derecho tanto atrás y adelante con un empuje desde
atrás llevando un paso regular.
Muy cariñoso con el amo, el Scottish se muestra con frecuencia
desconfiado e incluso mordedor con los extraños, y es por eso, a
pesar de su pequeño tamaño es un buen perro guardián. Sin
embargo su naturaleza es la de un perro de caza en madriguera,
que sabe enfrentarse con decisión a cualquier tipo de animal
acosándolo y persiguiéndolo incluso en los terrenos más
accidentados y difíciles, resultando insuperable en este tipo de
caza. Extraordinariamente valiente, impasible ante el peligro,
vivo, atrevido, orgulloso, independiente. |


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