Los historiadores remontan
sus orígenes hasta la Edad de Bronce, y como todo perro pastor
creció y se desarrolló al lado del hombre. Del siglo XVII son
las primeras pruebas que marcan la existencia de perros pastores
en Alemania.
Fue en 1895 que Von Stephanitz agrupó los distintos tipos en uno
solo y hoy se lo considera el creador de la raza. Su popularidad
creció luego de la Primera Guerra Mundial. Los soldados los
llevaban a su lugar de origen y fue así como entró en los
Estados Unidos y se extendió por toda Europa. Hoy en día pocos
son los países que no tiene a este perro entre los más populares
y numerosos.
El Pastor Alemán es un perro activo, fácil de adiestrar, ágil,
fuerte y al mismo tiempo dócil, leal y cariñoso. Su sensibilidad
hacia lo que considera su deber lo convierten en un excelente
perro de utilidad: se lo usa como perro policía, lazarillo,
mensajero en el ejercito, detector de drogas en las fronteras,
como guardián y por supuesto como perro de compañía.
En su valoración se tiene más en cuenta igualmente su carácter y
su aspecto, por ese motivo es sometido a pruebas de trabajo. El
Pastor Alemán se ha desarrollado temperamental y
estructuralmente mediante la cría selectiva y el entrenamiento
especializado.
Debe ser de cuerpo ligeramente alargado, fuerte y de buena
musculatura, con la cabeza proporcionada al cuerpo, de aspecto
seco, orejas mediano a grandes de arranque alto. Ojos
almendrados, oscuros. Cola espesa, de inserción baja. Manto liso
de pelo doble, muy resistente a la intemperie. Color negro al
gris con tonalidades fuego al amarillo. Esencialmente es un
animal trotador, su estructura ha sido modificada para el
aumento de poder, elasticidad y longitud de su marcha. Debe
deslizarse sin esfuerzo mientras su dorso se mantiene firme y
estable. Su contorno debería ser suave y parejo, y la línea
dorsal del perro, desde la oreja a la punta de la cola, una
sucesión armoniosa y única de curvas continuas. |


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